Todo el mundo está pendiente de este premio circular y
dorado durante meses antes de su entrega. Si para los aficionados al fútbol
esto ya nos resulta cansino y aburrido, no quiero ni imaginar para los que no
les gusta u odian este deporte… Desde aquí, mis más sinceras disculpas por
amargaros una vez más con este tema.
Oigo hablar del Balón de Oro desde el mes de abril o
mayo. Siete meses aguantando este suplicio: CR en la pole, Messi la va a ganar
con la gorra… Y encima estos últimos años se centra principalmente en España,
ya que los favoritos juegan la Liga BBVA. Si se me permite el inciso, los
bancos no tienen dinero para la población, pero sí para pagar la liga de futbol.
Este año los candidatos eran el argentino de alta retórica Leo Messi, quien si
lo volvía a ganar pasaba a ser el “chupón” de los Balones de Oro con cuatro, el
expresivo manchego Andrés Iniesta, o el portugués Cristiano Ronaldo, conocido principalmente
por su modesta humildad. De los 3 finalmente se lo llevó el argentino, vestido
con un esmoquin a topos que ya ha sido largamente comentado e incluso
caricaturizado por Siro López en el prestigioso programa deportivo Punto Pelota,
estandarte del cinismo periodístico balompédico.
El principal problema es que cualquiera de los ganadores
va a ser criticado por los medios de comunicación o por el público. Bien, de
hecho, otro clásico de nuestra cultura: Criticar prácticamente porque sí, sin
parar a hacer un análisis detallado; cuchicheo sin raciocinio. Los grandes
argumentos para posicionarse suelen tener su base en descalificar las virtudes
de los otros sin elogiar las virtudes del preferido. Todos sabemos que la subjetividad
es más importante que la objetividad.
Ahora que ya se conoce el nombre del ganador vamos a
estar tranquilos algunos meses, pero recuerden, a medida que vaya acabando esta
temporada el Balón de Oro volverá para torturar otra vez nuestros oídos. Aunque
los que tienen más suerte de ello son los políticos, ya que si no fuera porque
el fútbol amansa a las fieras o es el opio del pueblo desde el siglo pasado,
todos nos acordaríamos más de la tragicomedia de la España de hoy.
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