Javier
Caudet
Obama ha elegido
a un republicano como director del todopoderoso y metomentodo Pentágono. Pero
no os excitéis, amantes del consenso, pues Chuck Hagel es un republicano
descafeinado que arranca más gestos de disgusto que de asentimiento en el
partido del elefante. Una oveja descarriada que comete el delito de ser poco
partidario de Israel llegando incluso, según fuentes cercanas, a no vestir los
reglamentarios calzoncillos con la estrella de David estampada (los Abanderado
judíos vamos). Y es que el díscolo Hagel lleva algunos años (1997-2009)
haciéndose notar en el Senado: que si ahora voto a favor de la guerra de Irak,
pero luego no paro de criticarla y voto en contra del envío de tropas, que si
trabajo con Obama en una ley para legalizar sin-papeles, que si voto en contra
de las sanciones a Irán o en contra de
exigir a la Unión Europea que no hable
con Hezbulá.
En 2005 Hagel
resumió su filosofía de voto: “Yo he hecho un juramento a la Constitución, no
con mi partido o mi presidente”. Con
esta actitud, el republicano independiente no podía sino terminar quedándose
más solo que la una y cuando, según su mujer, sus colegas le retiraron el
saludo y empezaron a cuchichear a sus espaldas, decidió abandonar el Senado.
“Algunos aún le
ponemos un whatsapp cuando quedamos para ver en directo los ataques israelíes
sobre Gaza con los muchachos de la industria militar y con algunos miembros de
Hamás”, apunta un senador republicano de forma anónima, “pero hace tiempo que
no nos contesta”. En una de esas quedadas ante el televisor un miembro de Hamás,
con bufanda blanqui-verde al cuello y blandiendo una larga bocina, explicó que
no es bueno para el espectáculo ni para la guerra en general que el
radicalismo no esté equilibrado en
ambos bandos: “Es como cuando Guardiola
iba de santo y no entraba al trapo de las declaraciones de Mourinho; ahora
Obama irá de guay, de hombre con talante que es un ejemplo para la juventud y
eso nos hará parecer a nosotros unos barbudos radicales que buscan su bien
personal por encima del bien del equipo al que dicen defender”, explica el
yihadista apesadumbrado.
Vamos, que el
pobre Chuck Hagel no convence a nadie (tampoco
a Pilar Rahola, que ya se encargó de leerle la cartilla al Presidente Obama en
audiencia privada) y se espera una ardua ratificación de su cargo por parte del
Senado. Porqué ser hoy un republicano descafeinado no significa ser siquiera
“de centro”. Hagel ha votado en contra del aborto, del excesivo gasto público y
protestó porque un embajador estadounidense era “abierta y agresivamente gay”.
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