Iria Lorenzo
Rajoy llegó, vio y se marchó.
El presidente del Gobierno inauguró el viernes la ampliación del Museo de
Pontevedra, su ciudad política, de juventud. Pensaba Mariano que allí le
rendirían pleitesía, pero no fue así. Dentro del edificio le esperaban los
suyos, una recua de políticos dispuestos a hacer de escudos humanos con el presidente
de la Xunta, Núñez Feijóo, a la cabeza. Todo sea por su líder sin brío. En el
exterior del recinto estaba la sociedad cabreada: bomberos, funcionarios,
sindicatos y estudiantes juntos a modo de “regalo de Reyes” para el Presidente.
Una vez dentro, y con las
tijeras reglamentarias, Mariano inauguró el que definió como “el mejor Museo Provincial
de España”, toma ya, y para rematar la faena, al presidente de la Diputación
sólo le faltó el babero para decir que tamaña obra de arte fue posible gracias
a la colaboración del todopoderoso Rajoy (ay, si Castelao, galleguista y
republicano, levantara la cabeza…). Tras pasar como un rayo para visionar en apenas
media hora tres pisos de historia medieval, literatura y arte, Rajoy se detuvo
ante los periodistas para responder a sus preguntas con su magnífico “no, hoy
no toca”.
Mariano hizo otra escala en
Santiago donde de nuevo los miserables
volvieron a tocarle las narices, afectados por participaciones
preferentes, esa cruz que lleva Feijoo a cuestas cual penitencia. Todo sea por
NovaGaliciaBanco. Esta vez, un periodista le preguntó si iba a dimitir el
alcalde de Santiago, imputado en la trama de corrupción Pokémon. Entonces, fue
Rajoy quien le echó el capote: “no, no vamos a hablar de ese tema”. Y es que son ganas de fastidiar, y si no, que
se lo cuenten a Umbral.
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