Raquel Martín
La sorpresa y la conmoción afectaron a la pequeña ciudad-estado de El Vaticano el pasado 11 de febrero cuando, alrededor del mediodía, se conocía la noticia de la dimisión del papa Benedicto XVI de su cargo como Sumo Pontífice. Ratzinger aludía motivos de salud y establecía el día de su dimisión para el próximo 28 de febrero.
La sorpresa y la conmoción afectaron a la pequeña ciudad-estado de El Vaticano el pasado 11 de febrero cuando, alrededor del mediodía, se conocía la noticia de la dimisión del papa Benedicto XVI de su cargo como Sumo Pontífice. Ratzinger aludía motivos de salud y establecía el día de su dimisión para el próximo 28 de febrero.
Unas horas más
tarde, y como si de un efecto especial de Lucasfilms se tratase, un rayo cayó justo encima de la cúpula de
la basílica de San Pedro. ¿Casualidad o causalidad? Ahí va otro gag: La
agencia italiana ANSA, la misma que dio la noticia de la dimisión de Benedicto,
fue la encargada de distribuir la imagen.
La fotografía no
deja indiferente, la imagen es impresionante, pero es mayor aun el enorme
significado que tiene detrás. Es el rayo
más oportuno de la historia moderna. Estaba en el momento adecuado y en el
lugar correcto. Para los creyentes puede significar un designio divino, para
los ateos un montaje. Sin embargo, se demostró que la fotografía era real al
distribuirse otra instantánea del mismo lugar desde otro ángulo diferente por
otra agencia y un vídeo grabado por un reportero de la BBC que recogía
exactamente el momento del impacto del rayo.
Sea como sea, creyentes
y escépticos pueden estar convencidos de una cosa: la imagen del rayo tiene ya
un puesto de honor cuando, a finales de 2013, lleguen esos recopilatorios de
mejores momentos del año que despiertan tanto odio como amor.
La
foto provoca diversas reacciones al atribuirle, inconscientemente, un claro
significado: la ira del todopoderoso, de la que hemos sido advertidos desde
niños por esta sociedad teóricamente aconfesional pero de gran influencia
católica en la práctica. Viendo la foto, uno se imagina a un señor con barba
blanca y túnica, tomado por la ira al ver que las cosas no han salido como él quería,
y resuelto a lanzar rayos a los pobres mortales. Una deidad, más parecida a
Zeus, dios del rayo, que al padre de Jesús. Las modas son cíclicas y el vintage ahora es tendencia. Quién sabe
si después del rayo vaticano empezaremos a admirar a los antiguos dioses
griegos que, no nos engañemos, sabían divertirse más que las deidades de las
religiones modernas.
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