viernes, 25 de enero de 2013

Oxímoron griego en el Consejo de Europa

Raquel Martín
La Real Academia de la Lengua define oxímoron como la “combinación de una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”. Aunque el origen del concepto es sintáctico, se puede extrapolar a multitud de dimensiones diversas. De hecho, los propios humanos somos un oxímoron parlante: la especie más inteligente del planeta y la que más lo está perjudicando.

Por tanto, encontrarse con algún oxímoron es común si analizamos nuestro alrededor. Y esta semana ha aparecido en Grecia, la misma tierra que vio nacer a tan bella palabra, llegando hasta Estrasburgo. Dentro del Parlamento del país heleno se encuentra la formación xenófoba y de extrema derecha Aurora Dorada. Y en Estrasburgo se sitúa la sede del Consejo de Europa: un órgano, independiente a la UE, que busca promover la cooperación y valores como la democracia y los derechos humanos. Está estrechamente vinculado con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.


El oxímoron adquiere voluptuosidad en su enigmático cuerpo cuando el Consejo de Europa y un partido xenófobo se mezclan. Como ha pasado esta semana. Eleni Zaroulia, diputada por Aurora Dorada, ha recibido luz verde para poder ser integrante del Consejo. Zaroulia, que hace un año calificó a los inmigrantes como “subhumanos”, trabajará así para promover los derechos humanos y la democracia. Parece el argumento de una película ganadora en Sundance que critique las incongruencias del laberinto de intríngulis que son las altas instituciones europeas, pero es la realidad.

Zaroulia es la adorable esposa de Nikos Mijaloliakos, el líder de Aurora Dorada, y la sufrida madre de Urania Mijaloliakos, que tiene nombre de mala de cómic pero en realidad solo es la hija del jefe, y la responsable de las nuevas generaciones de Alba Dorada. Urania ha heredado de su madre su empatía, sensibilidad y discreción a la hora de hacer declaraciones. Y lo demostró el mayo pasado, la noche antes de las elecciones, cuando declaró que una de las medidas que proponían para frenar la inmigración era poner minas en las fronteras griegas.

Aparentemente, detrás de esta polémica decisión se encuentran las rencillas entre Nueva Democracia (el partido gobernante, de ideología conservadora) y la izquierda radical Syriza. El ejecutivo griego bloqueó el pasado diciembre, junto con los socialistas y la izquierda moderada, la eventual entrada de Zaroulia al Consejo de Europa. Pero reactivó el proceso al unirse al bloqueo Syriza, formación que tiene unas relaciones muy complicadas con Nueva Democracia.

La polémica no solo se centra en Grecia. Junto con Zaroulia ha entrado en el Consejo de Europa el húngaro Tamas Nagy, del partido antisemita Jobbik. Algunos parlamentarios de la institución europea han protestado ante la entrada de Zaroulia y Nagy, pero de momento sus reclamaciones no han sido escuchadas. Si no se toman medidas al respecto, ambos diputados seguirán en el Consejo de Europa. Y el oxímoron continuará.


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