jueves, 14 de febrero de 2013

El nuevo enviado de Dios al mundo es un rayo


Raquel Martín 
La sorpresa y la conmoción afectaron a la pequeña ciudad-estado de El Vaticano el pasado 11 de febrero cuando, alrededor del mediodía, se conocía la noticia de la dimisión del papa Benedicto XVI de su cargo como Sumo Pontífice. Ratzinger aludía motivos de salud y establecía el día de su dimisión para el próximo 28 de febrero.

Unas horas más tarde, y como si de un efecto especial de Lucasfilms se tratase, un rayo cayó justo encima de la cúpula de la basílica de San Pedro. ¿Casualidad o causalidad? Ahí va otro gag: La agencia italiana ANSA, la misma que dio la noticia de la dimisión de Benedicto, fue la encargada de distribuir la imagen.

La fotografía no deja indiferente, la imagen es impresionante, pero es mayor aun el enorme significado que tiene detrás. Es el rayo más oportuno de la historia moderna. Estaba en el momento adecuado y en el lugar correcto. Para los creyentes puede significar un designio divino, para los ateos un montaje. Sin embargo, se demostró que la fotografía era real al distribuirse otra instantánea del mismo lugar desde otro ángulo diferente por otra agencia y un vídeo grabado por un reportero de la BBC que recogía exactamente el momento del impacto del rayo.

Sea como sea, creyentes y escépticos pueden estar convencidos de una cosa: la imagen del rayo tiene ya un puesto de honor cuando, a finales de 2013, lleguen esos recopilatorios de mejores momentos del año que despiertan tanto odio como amor.

La foto provoca diversas reacciones al atribuirle, inconscientemente, un claro significado: la ira del todopoderoso, de la que hemos sido advertidos desde niños por esta sociedad teóricamente aconfesional pero de gran influencia católica en la práctica. Viendo la foto, uno se imagina a un señor con barba blanca y túnica, tomado por la ira al ver que las cosas no han salido como él quería, y resuelto a lanzar rayos a los pobres mortales. Una deidad, más parecida a Zeus, dios del rayo, que al padre de Jesús. Las modas son cíclicas y el vintage ahora es tendencia. Quién sabe si después del rayo vaticano empezaremos a admirar a los antiguos dioses griegos que, no nos engañemos, sabían divertirse más que las deidades de las religiones modernas.

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